Héctor Méndez, a 40 años de un cruel asesinato sin solución
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POR: CAROLINA PICHARDO
SANTO DOMINGO, R.D.- Héctor Méndez, de 31 años, no estaba casado ni tenía hijos.
Administraba varias casas de cambio en la capital y en Puerto Rico. Además, era presidente de la Asociación de Bancos de Cambio de Santo Domingo.
Napoleón Reyes tenía 51 años, era evangélico, padre de dos niños, Leurama, de 8 años, y Napoleón, de un año. También era chofer de la agencia de turismo, Prieto Tours.
Diez días antes de cumplir 32, Héctor se proponía a cenar con una familia boricua en un reconocido hotel de Santo Domingo.
Pero el destino decidió algo diferente, y esto involucró sin querer a Reyes.
¿Qué sucedió con Héctor Méndez?
Era la noche del viernes 4 de enero de 1985. El casacambista Méndez llegó como de costumbre a su apartamento. Vestía una camisa azul claro y un pantalón negro, portaba varias prendas y dinero.
Se desmontó de su Mercedes color rojo y caminó hacia el edificio #125 de la avenida Francia, vivía solo en la segunda planta. Justo en el lado opuesto a la edificación, se encuentra la garita del Palacio de la Policía Nacional.
Poco después, varios hombres, vestidos de Policía, se acercaron al edificio. Previamente ellos habrían desenroscado uno de los bombillos de la escalera para que Héctor no tuviera mucha visibilidad, según cuenta el abogado Carlos Balcácer a Listín Diario.
“Lo intervinieron y trataron de bajarlo. Yo dudo que fuera violentamente, porque Héctor era muy grueso, muy fuerte. Le dijeron seguro que querían hablar con él”, dice Ramón Urbaez, uno de los periodistas que daba cobertura a la fuente policial en el periódico “Última Hora”.
A Héctor lo llevaron de vuelta a su Mercedes.
Como una mala coincidencia, llegaba Napoleón Reyes, quien conducía un bus de Prieto Tours. Se aparcó. Pero no lo dejaron ni desmontarse, lo llevaron a la fuerza al carro rojo.
Tenía una camisa crema, un pantalón azul y un par de zapatos negros.
Al día siguiente, cuando los periodistas fueron al lugar de los hechos, el vehículo que conducía Reyes continuaba prendido y su puerta abierta, detalla Urbáez.
El dato también lo confirman reportes policiales de la época.
Desde el momento de la desaparición, su madre estuvo en tratamiento médico, por lo que el caso estuvo a cargo de sus hermanos Manuel, Francisco y Milady Méndez de Herrera, ellos pensaron desde un principio que era un secuestro.
Sus negocios seguían funcionando con normalidad, pese a la desaparición.
Durante el fin de semana posterior al secuestro, agentes de la Policía, específicamente del departamento de Operaciones Especiales, encabezaron un amplio operativo en la avenida Charles de Gaulle y la base aérea de San Isidro.
Y el sábado 5 de enero, en las cercanías de los Tres Ojos (Santo Domingo Este) , a casi ocho kilómetros de distancia de la casa de Méndez, las autoridades encontraron su Mercedes placa 07-8078, pero no había nadie allí, solo rastros de manchas de sangre y señales de que hubo forcejeo dentro del vehículo.
La mañana del 7 de enero, Urbáez recibió una llamada que indicaba lo peor: los habían encontrado a ambos, pero lastimosamente sin vida.
¿Cómo aparecieron los cadáveres?
“Encuentran Asesinados Banquero y Chofer” fue la noticia principal de la portada del Listín Diario del martes 8 de enero de 1985.
Se relata que fueron encontrados en unos matorrales, del sector Los Frailes.
Había una botella de vidrio rota y sus partículas esparcidas por los alrededores de la escena.
La crónica periodística describe que “los cadáveres estaban en estado de putrefacción. Presentaban severos golpes, especialmente en la cabeza, y señales de torturas”.
El de Méndez estaba boca arriba, tenía golpes en la cabeza, tórax y otras partes del cuerpo. Tenía algunas partes mutiladas. Sus familiares tuvieron que ir al lugar para identificar si realmente se trataba de su pariente.
El de Reyes también tenía golpes severos y dos heridas de bala. Tenía puesto un reloj y cargaba con siete pesos dominicanos en los bolsillos.
En el lugar estaban el procurador general de la República, Américo Espinal Hued; el jefe de la Policía, mayor general Manuel de Jesús Tejeda Duvergé, y el subjefe, general de brigada Francisco A. Báez Maríñez. También, el procurador fiscal del Distrito, Alfredo Balcácer Vega; el jefe del Comando Regional del Distrito, general de brigada Sergio Humberto Nin Melo; el comandante de Investigaciones de Homicidios, coronel Ramón A. Ramírez Valenzuela, y el jefe del Servicio Secreto, teniente coronel Eleodoro Berroa Contreras.
La madre de Napoleón Reyes, Ricarda Reyes, dijo al periódico El Nacional que “las personas que han cometido este hecho deben saber que la familia Reyes está consternada por este acto inhumano y que no procede ante Dios y ante el hombre”.
Sepultura de Méndez
El cadáver de Méndez fue sepultado la noche del 7 de enero en el Cementerio Nacional Máximo Gómez. Ese día su madre, Lucía Báez viuda Méndez, cumplía 70 años.
No hubo velorio, más bien fue enviado en una ambulancia desde la morgue del hospital Luis Eduardo Aybar al cementerio.
El relato del Listín Diario de la época indica que fue complicado entrar su cadáver en el ataúd, debido a que pesaba 400 libras y media, y que además estaba en estado de descomposición.
Días después, y cada año, los familiares le hacían una misa a Héctor Méndez, en la Iglesia San Pio X, en la Estrelleta esquina Canela, en Ciudad Nueva, cerca de donde vivían sus familiares.
La muerte de ambos llevó a una serie de teorías, acontecimientos, muertes, apresamientos. Sin embargo, a 40 años de la violenta escena, se desconocen por qué se perpetró el sangriento hecho.
Dos días después de haber hallado los cadáveres, sus familiares ofrecieron una recompensa de 100,000 pesos para capturar a los culpables.
¿Quién era Héctor Méndez?
Ubi Rivas, en una columna de opinión publicaba en enero de 1985 en “Última Hora” dice en “Mi amigo Héctor Méndez” que él era “tenido en unos pocos círculos como una versión caribeña de enfant terrible (niño terrible, según su traducción del francés al español), principalmente, porque sabía olfatear el curso nervioso y accidentado de la prima del dólar, y sabía cuándo comprar y vender, como nadie en el país”.
Aunque, según Rivas, Méndez también era acusado de ser “en más de una ocasión el responsable de la subida de la divisa, nunca de su descenso. ¿Envidia de algunos de sus colegas? ¿Impotencia oficial unida a incapacidad para enfrentar y superar el grave problema?”.
Era banilejo y la comunidad de donde provenía era de remanente de los judóps sefarditas expulsados de España.
En su columna también detalla que Méndez se inició en los negocios en el almacén de frutos de su padre, y que luego se independizó y fundó un negocio de cambiar y vender dólares, sobre todo uno ubicado en la avenida Lope de Vega, de la capital.
“De ahí empezó a surgir su nombradía de hombre audaz en los negocios, que no se le apretaba el pecho para hacer operaciones arriesgadas y abultadas, y que siempre le salieron bien. O casi siempre”, enfatizó Rivas.
Nunca se cuidaba ni andaba con espalderos. Tampoco dejó de salir de noche.
“Siempre se confiaba de las presiones que recibía pertinaz e impertinentemente de algunos sectores que trataban de chantajearlo y procurar que le cediese sumas de dinero, a lo que siempre se resistió”, expresó Rivas.
Sus familiares decían que Méndez tenía autorizado portar una pistola calibre 45 especial, y cuando se desmontaba del vehículo la usaba en el bolsillo.
Según algunos parientes acostumbraba a lucir más de 100 mil pesos en joyas, entre ellas un reloj de lujo, cadenas y un guillo.
Hermanos de la Cruz Gálvez
Los hermanos Patricio y Etanislao de la Cruz Gálvez fueron asesinados en Los Mina, el 10 de junio de ese mismo año. En un principio se dijo que estos estaban vinculados a la muerte de Méndez.
La hermana de Héctor dijo que las muertes de los hermanos de la Cruz Gálvez “obedecieron a una estrategia para encubrir a los verdaderos responsables de la muerte de su hermano”.
Comando de la Libertad
En su momento las autoridades, incluido el presidente Salvador Jorge Blanco, acusaron como autores de los crímenes al denominado Comando de la Libertad integrado por Juan Bautista Santana Peguero (Mayo), Pedro Alejandro García Berry, Rafael Vargas (Rafelito Boca de Cueva), Pedro Antonio Sánchez Díaz (Pepe) y Jorge Danilo Infante Reyes (Danilo El Karateca), este último contrajo matrimonio el 14 de mayo de 1988, con Patricia Fersola, era hermana de otro reo del penal, mientras estaba en la Penitenciaría Nacional de La Victoria.
Carlos Balcácer, quien era abogado de Infante Reyes, fue también testigo de su boda y contó que tiempo después de contraer matrimonio el acusado le confesó que fueron quienes ejecutaron a Héctor Méndez.
Su cliente le confesó que la noche del secuestro golpearon a Méndez para que les permitiera ir a buscar una alta suma de dinero en su casa de cambio, sin embargo, el casabanquista se negó.
“Él (El Karateca) molesto le dice a Santana Peguero (Mayo) que le preste el revólver que era un Magnum 357, pero cuando Mayo le entrega el arma al Karateca él no se da cuenta de que el percutor está atrás, solo había que toparle y amenaza a Héctor Méndez”, según le contó, le disparó sin querer.
“Inmediatamente Héctor Méndez se derriba hacia atrás, pesaba más de 350 libras, ahí sí él se dirige donde Napoleón Reyes, y le entrega el magnum 357 a Peguero y toma una 9 milímetros. Napoleón Reyes estaba orando, con las dos manos puestas, y con una tela negra en los ojos, y en el abrir y cerrar de ojos le dio un tiro en la sien izquierda”, contó Balcácer.
Los integrantes del Comando de la Libertad fueron liberados posteriormente bajo fianza, luego de una intensa campaña, encabezada por el abogado Marino Vinicio Castillo, quien desligó al grupo del asesinato y culpó a un grupo de personas vinculadas con el gobierno de expresidente Salvador Jorge Blanco.
Otro de los acusados en las muertes de Méndez, Reyes y los hermanos Gálvez fue el suspendido teniente Uladislao Rodríguez Bautista (Hippie), pero también obtuvo su libertad bajo fianza mediante sentencia dictada por la Suprema Corte de Justicia.
Rodríguez Bautista solicitó libertad bajo fianza en 15 ocasiones.
¿Cómo murieron los acusados?
Juan Bautista Santana Peguero (Mayo) murió a tiros durante un enfrentamiento con una patrulla de la Policía que perseguía a integrantes de una banda de atracadores en Guachupita, de la capital.
Pedro García Berry fue extraditado desde Nueva York para ser sometido a la justicia. Según la Policía, admitió ser autor intelectual del hecho. El 19 de junio de 1996 fue asesinado de cinco disparos en la avenida Bennet, próximo a la calle 180, en la parte alta de Manhattan, en Nueva York.
Jorge Infante (El Karateca) murió a tiros el 29 de septiembre de 1991, durante un enfrentamiento con el raso de la Policía, Luis Rafael Sánchez Alfonseca, en el kilómetro 36 de la autopista Las Américas, en Boca Chica.
“El que mató al Karateca era un policía, que estaba destacado en Boca Chica, tenía una turista canadiense (Invette Doussett de Sánchez) y un día se fue con su muchacha a una de las ensenadas… Estaban cogiendo fresco e intentaron matarlo y él se defendió”, explicó Julio Hazim, quien entrevistó a Alfonseca desde el Hospital Central de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Al momento de su muerte, El Karateca estaba acompañado de Juan Alejandro Fersola Núñez, hermano de su exesposa, Patricia Fersola.
El agente policial y su esposa resultaron con heridas en los pies, y Fersola Núñez con un balazo en la boca.
Días después, Vinicio Castillo, de quien "El Karateka" fungía como guardaespaldas, según el periódico Última Hora, se pronunció en su contra en varios medios de comunicación, específicamente lo calificó como un “hecho brutal de asesinato”, por lo que la Policía decidió traducirlo a la justicia civil.
Sánchez Alfonseca fue suspendido de sus funciones y estuvo detenido durante seis años.
Familiares no creían versión
Los familiares de Héctor Méndez no creyeron del todo la versión de que fueron asesinados por el Comando de la Libertad.
Pese a las declaraciones de Infante Reyes (El Karateca), confirmando las declaraciones de Mayo, “las contradicciones en que ambos han incurrido demuestran que de lo que se trata es de una patraña, de un espectáculo desagradable”, dijo la familia en la prensa de la época.
“Yo creo que el caso Mendez será difícil que se investigue, son 40 años, ya esos datos están viejos, nadie va a revivir eso, aquí pasan muchos casos que nadie revive, pero siempre será un enigma que nos va a recordar a nosotros, que esas cosas se pueden repetir pero hay que buscar la manera de que no se repitan, o por lo menos castigar a los culpables del crimen como ese, un crimen que la gente quiso utilizar en cierto momento como argumento político, que finalmente eso lo que le hace daño a la población y al país”, dijo Urbáez.
La lápida de Méndez no ha sentido el tiempo pasar. Tiene una frase contundente: “Vilmente asesinado” el 4 de enero de 1985. Está justo debajo de la de su madre, Lucía Báez viuda Méndez.
Dentro de su última morada, hay una foto de Héctor en grande a blanco y negro.
Entre la foto hay dos ramos de rosas rojas, fotografías de otros familiares, varios velones de la Virgen de la Altagracia y una silueta de un ángel.
En el edificio donde vivía Méndez, ya no hay apartamentos, sino un taller de ebanistería y pintura; y en el segundo piso, un almacén. Esta edificación pertenece a la Universidad Iberoamericana y sus alrededores se utilizan como parqueo para la Clínica Odontológica Unibe.
Ya no se hacen misas para honrar la memoria de Méndez en la parroquia San Pío X, de Ciudad, según confirmó la iglesia este diario.
El doctor Marino Vinicio Castillo fue contactado para este reportaje. Sin embargo, mediante una carta enviada al director de este medio, Miguel Franjul, se excusó por temas personales y de salud.
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