ARTICULO: Superar esta crisis

Por: Roberto Rosado Fernández

Hay una gran preocupación en la sociedad dominicana por  los comportamientos que exhiben estudiantes y profesores en las escuelas, públicas y privadas. La escuela vive una espiral de violencia que asusta y preocupa. Para algunos expertos en la sociología hay una fuerte incidencia en el descalabro de la familia, la incidencia del contexto y la función depredadora con la promoción de antivalores de los medios de comunicación masiva.

De acuerdo con las publicaciones de los últimos tiempos en periódicos de circulación nacional, regional y local, en las escuelas se generan constantes conflictos  en los cuales están involucrados estudiantes, profesores y personal administrativo: peleas y trifulcas entre estudiantes, entre estudiantes  y profesores; entre estudiantes y  encargados de la seguridad que eleva el nivel de preocupación debido a que estas acciones dificultan desarrollar con eficiencia la labor formativa. Donde no hay respeto ni apego al mandato de lo que establece la Ley General de Educación, 66’97, no hay garantía de logros ni resultados positivos.

Establece el pedagogo Argentino Ricardo Nasiff, refiriéndose al maestro que:’ El maestro es el espejo donde el alumno se mira’. A partir de esta aseveración es inconcebible que un profesor participe en una reyerta  con sus estudiantes a menos que sea para aplicar correctivos que ayuden a solucionarla; tampoco se concibe un profesor violar una alumna, una maestra acosar a un niño, cuando la tarea fundamental es formarle para entregarlo a la sociedad en capacidad de aportar para el desarrollo de su sociedad.

La Maestra Dinorah García, preocupada por la situación descrita, señala; ‘La violencia ha encontrado  techo en espacios  que imaginariamente se conciben como seguros y exentos de signos de barbarie, como son la familia y el centro educativo. Pero ambos se han convertido en una caldera cada vez más agresiva. Cuando el seno de la familia y el corazón de la escuela están afectados, es probable que la sociedad pierda el horizonte  y la estabilidad.’

El Maestro Orbito Rosado Ramírez buscando las causas de este preocupante mal dice: ‘ Creo que el sistema educativo dominicano en las últimas  dos décadas ha sido muy permisivo en varias vertientes; por un lado se manejan los instrumentos legales ,didácticos y pedagógicos muy apegados a intereses políticos partidistas ; por otro lado al clasificar la docencia por área en el nivel básico se contribuye a que en el fondo haya una alta demanda de maestros y maestras en las escuelas; pero en la forma haya una proliferación de maestros y maestras ,orientadores y orientadoras, sentados y  en pasillos en cada centro y, por otro lado, se ha desautorizado al maestro en la aplicación de la disciplina interna permitiendo así que el estudiante de bajo nivel de formación hogareña se comporte de forma medalaganaria, porque nadie lo puede corregir.’

La escuela como el hogar donde pernoctan por buen tiempo  los niños y adolescentes debe asumir, junto al estado, el compromiso de formar e inculcar valores para que los exhiba y los modele, tanto en su vida diaria como en su vida profesional. De la formación que reciba en la escuela y en la familia dependerá su conducta futura. La humanización de la escuela es un imperativo actual para que  juegue  el papel que la sociedad espera de ella.

En los últimos años la familia luce desequilibrada, madres solteras dedicadas al trabajo informal para sostener sus hijos, padres irresponsables, niños bajo el cuidado de sus abuelos y otros parientes, carentes de control de sus acciones e influenciados por los moldes del medio que le rodea. Con estas conductas llegan a los centros educativos a expresar las suyas y rechazar toda iniciativa que signifique cambiar la que trae. La escuela del barrio y de la familia es más poderosa  que la escuela formativa y, por lo que se ve, estas inconductas han provocado una situación, tan fuerte, que la escuela no puede controlar, De ahí los continuos conflictos que a diario se generan.

La sociedad, con el tiempo, recibe un  producto con esas deformaciones expresándose en  la labor que debe realizar en las instituciones donde le corresponde brindar sus servicios.

Como resultado de esos desequilibrios hoy tenemos una sociedad del sálvese quien pueda, de instituciones débiles donde la calidad no es la prioridad, ni el buen desempeño de la función es el norte de sus incumbentes. El salario es lo que prima por encima de la calidad del resultado.

Es una necesidad urgente superar esta etapa crítica que se vive en la escuela de hoy y fortalecer la labor familiar para construir un futuro  que incida en la construcción de una mejor sociedad.

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