ARTÍCULO: Lolitin, Danilo, Leopoldo, Genao y el Ecosistema del Palacio de Justicia de San Juan.
Por Leandro
Ortiz de la Rosa
Abogado y Periodista
“Como está. ¿Y usted Danilo’?, ya usted ve”- “Dime Lolo Piña y tú. ¿Y usted Dr. Leandro ?, si lo miraba sonriente – ya viene tú a joder”- “Hola Leo. ¿dime Leandro y a ti como te va en este ambiente’?, tranquilo Leo, se sonreía una mirada o una anécdota y se iba en busca de algo”- “Como está Genaro. ¿Y usted Dr.’?, bajaba su cabeza y se iba a vocear y hablar duro porque delante de mí se cohibía”-
Esa
era la cara, la espera y las palabras de entrada y comienzo de cada mañana en
el Palacio de Justicia de San Juan, de Danilo Duran posando sobre la silla debajo
de la mata de caucho centenaria que da sombra al ambiente del palacio de
justicia y la policía nacional que operan en la calle Luis Pelayo González y la
Avenida Independencia con Dr. Cabral del municipio de San Juan de la Maguana.
De cada
uno de ellos, su formación académica en Danilo y Leopoldo de quienes salían
esas ocurrencias que daban vida a nuestro ambiente palaciego, un ecosistema que
mantiene informado de todo cuanto acontece y nada quede desapercibido donde sólo
los autores de las maniobras pensaban que a los demás no les llegaban tales ocurrencias
nefastas.
Mi diarismo
previo a las jornadas jurídicas, un preámbulo de entretención y, en los
momentos de óxidos para escuchar todos tipos de ocurrencias que entrañaban y
apuntaban a las suertes de los actores del sistema donde caían todos tipos de imputaciones,
degradaciones, justicias a medias, y mayoritariamente, de insatisfacciones,
infamias e injusticias en salas de audiencias penales.
Pero en
Danilo Duran, Leopoldo Figuereo, Víctor Lorenzo piña (Lolitin), Marguery y
Genao, eran las caras de la inocencia, era nobleza, era la dulzura y la
simpleza para cada ambiente del sector justicia, era todo lo bueno y lo noble;
la mejor cara de la humanidad para con cada uno de ellos, pero lo cierto es que
fueron personas daban vida al ambiente que constituye el radio de abogados de
San Juan de la Maguana.
Tal vez,
mucho no nos imaginábamos perderlos tan temprano, o quizás los veríamos a cada
uno de otra manera en plena celebración de la navidad o el día del Poder
Judicial y en las elecciones del colegio de Abogados, pero no sin la esperanza
de tener que dejar de verlos ya, cuanto se negaran a creer en algún momento
como en cada fiesta y en cada diciembre ahí estaban ellos con nosotros, y
aunque ya cada uno contaban con más de medio siglo, sentíamos que tenían vidas
por delante.
Todos
hicieron lo posible para su superación, pero los infortunios de la vida les trataron
muy mal, así como ellos nunca quisieron, deseaban más logros en sus vidas,
pero, de alguna forma se las arreglaron para seguir siendo alguien en pos de su
superación, como aquellos niños de clases con limitada economía en las
fronteras de la adolescencia. ¡Qué magnífico y amenos fueron todos!
De Danilo,
Genao, Marguery y Lolitin siempre estuvieron tan cerca de lo nauseabundo,
ocupaban los frentes de las puertas de salida y llegadas hacia la inmundicia,
los crímenes, los pleitos jurídicos y gritos de los descalzos y de desvalidos y
sepultados, más no pudieron caer en las garras de ellos para ser devorados para
ser carne de cañón del cada vez más sistema inmundo que tenemos.
Tiempos
inmemoriales de visitas de parte de cada uno de ellos, una administración venia
y otra se iba al Palacio de Justicia de San Juan, cientos de procesos que
contrastan con una aspiración de justicia y fe, todos vencidos sin importar el bien
y el mal, trocados y críticos de oídos de las decisiones judiciales
insostenibles, no obstante, en cada compartir se veían las necesidades y cara
feliz con rostro angelical, todos de frente a la de las entradas a lo infernal.
De mi salida
acostumbradas del palacio a los colmadones luego de las audiencias o trabajo de
oficina solía asistir donde se encontraban para acompañarme con algunos de ellos
a los fines de orientarme del ecosistema palaciego botar el stress, sea al
Caucho, Moreno Class o donde algún comensal.
Entre
ellos estaba Genao quien comía parado y con desespero, Lolitin lo hacía así con
las bebidas, dice Fran que la masticaba y en cada bocado o trago de comida o
bebida parecían agradecer aquel que le brindaba y por la misma existencia que
le había sido tan ingrata, le gustaban vivir a pesar de que el dibujo
existencial de su realidad le titulaba como fracaso desde los estándares de
éxitos de una cada vez más voraz sociedad.
Ellos se
fijaban y vivían atentos a todos, y sus cabezas olfateaban cada acontecimiento
del entorno circundante, parecían prestar atención para todo y todos y sin
embargo sus retenciones de los hechos los reducían a la simpleza de la verdad
de cada uno siempre en ciernes, por cuidar a veces las apariencias y temor a
represalias a sus ejercicios ilegitimo y algo más para no salir del ambiente o
ecosistema del palacio de san juan.
Podemos
decir que cada uno eran tipos con suertes, inteligencias, extractos y vidas
diferentes, era el orgulloso de uno de ellos decir soy abogado, otro haber
llegado a serlo, y de Leo los logros sociales obtenidos y de Genao alcanzar
logros políticos y materiales en distintos gobiernos y permanecer en el entorno
circundante del palacio de justicia de la ciudad de San Juan, y en cada uno
residía el orgullo de su estatus y linaje no correspondido.
Llegaba yo
tarde a la audiencia, era consciente de ello, sabía del retraso en el traslado
de los presos, subida tarde a las por la gran cantidad de audiencias y por ello
no apuraba el paso. Luego de estacionar mi motor, saludar a los concheros recordaba
y reviso por si algo se me quedaba, y pensaba si tenía que devolverme antes de
subir al segundo nivel o a la escalera de acceso de la parte frontal y llegar a
tiempo a las audiencias.
Mis pasos siempre
firmes por la condición de atleta a pesar de sentir la caída del peso de los
años que ya pasa el medio siglo y un chin más, esa escalera empinada para
accesar a las escalinatas que permiten entrar primer piso, saludar a las
custodias de la entrada, Mate coco, Alberto, Rosario, Miky y las mujeres
policía y las personas allí en espera, entro casi siempre sin muchas
dificultades y de inmediato me pongo para los míos a veces con extraña
sensación de que siempre algo falta en el palacio de injusticia.
Ya nuestra
permanencia allí y de algunos abogados de nuestra generación sienten un sabor
diferente, como que algo no encaja, algo falta, no se alcanza a ver algo que llené
el espacio vacío dejado por ellos, ese elemento faltante en el cuadro
existencial palaciego. Nos faltan sus palabras y ocurrencias repetidas y esas
jocosidades imborrables faltan de ellos. Siempre que desaparece una especie
sobre la tierra se produce un desequilibrio ecológico y en nuestro ecosistema
del palacio de justicia de san juan existe ese desequilibrio.
Tantas
preguntas, tanta razón para extrañar, tanta sensación de pérdida y congoja, y
de repente, un pensamiento nos nubla y hacen recordar esos ambientes.
recuerdo la palabra vertidas por el abogado Eladio Calderón “No me siento en la
silla de Danilo ni en esos lugares, todos se nos han ido” y no quiero que me
cuenten jajaja.
En verdad.
Pasamos de triste de triste a asustado, nuestros corazones aceleran su paso y sentimos
escalofríos por las ausencias de ellos y la desaparición paulatina de nuestro
ecosistema o ambiente palaciego de San Juan.
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