ARTÍCULO: Espantos y apariciones
Escribo para aquellos que a diarios están en contiendas baratas por cosas terrenales, tales como: El ego, las cosas materiales, el deseo de ser importante con el ánimo de crecer a como de lugar sin importar a quien pisotear. Escribo para ti abogado que vende los intereses de tú cliente sin importar que hay que colocar la moral y la justicia por encima de las leyes.
Escribo para ti
político que piensas que todos los días considera que en su ejercicio la
mentira es un arma que sirve de escudo protector para adormecer a las masas, a
sabiendas de que ya en la sociedad hay un despertar...
Escribo para ti médico
y dueños de centros de salud de esas lujosas clínicas que su política consiste
en considerar más la tenencia del dinero del paciente que su salud para
devolverle la vida que, aunque la misma esté a la vuelta de la esquina no se la
retornan para que se agrave porque no tiene un capital de un millón de pesos, ¿Dónde
está el juramento hipocrático?
Escribo para ti
periodista, comunicador y demás hierbas aromáticas que por unos pesitos eres
capaz de hablar y escribir devolviendo el alma al Diablo para que contra la
voluntad de Dios a Lucifer le sea consagrado hasta la gloria.
A continuación, tomo
unas notas del destacado abogado sanjuanero Dr. Juan Francisco Puello Herrera,
extraído de un artículo publicado en el día de hoy escrito en el prestigioso
periódico Listín Diario dónde manifestó los siguientes:
Lacordaire, como
siempre, con su “voz suave al principio, que crecía gradualmente en volumen”,
argumentaba con aptitud persuasiva de perfecto predicador: “A medida que
envejecemos, lo terrenal se desvanece en nosotros y lo espiritual se acentúa.
¡Y! ¡entonces! se
advierte la belleza de las palabras de Luc de Clapiers, que más pronto o más
tarde no nos queda más deleite que el de las almas.
Siempre podemos amar y
ser amados; por tanto, la vejez, que debilita el cuerpo, rejuvenece el alma
cuando no está corrompida y como inconsciente de sí misma, por eso, el instante
de la muerte es el de la floración de nuestro espíritu”.
Por Leandro Ortiz de la Rosa
Abogado y Periodista.
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