El último paseo de la reina isabel II por su pueblo
Windsor (Reino Unido), 19 sep (EFE).- La reina Isabel II tuvo la última despedida en su casa. En su morada de Windsor, el cuerpo de la monarca, minutos después de su funeral en Londres, dio un último paseo por las calles de su pueblo, ese que no será «nunca el mismo sin ella», antes de ser enterrada en la Capilla de San Jorge.
En las conversaciones de la gente, en las decenas de banderas que coloreaban «The Long Walk», en las paredes del castillo de Windsor, como si echasen de menos su presencia, en todos sitios afloraba el nombre de la monarca; el gran reclamo de las miles de personas que acudieron al pueblo localizado al oeste de Londres para presentar sus respetos a la reina y derramar unas últimas lágrimas por ella.
«No quería perdérmelo por nada», dijo una visiblemente emocionada Mary. «Es una persona muy especial para nosotros los británicos. La hemos querido durante mucho tiempo y ha conseguido unir este país. Que todo el mundo se haya unido a nosotros en este duelo, es algo maravilloso. Es muy bonito poder estar aquí para decirle adiós. Nunca se va a ir de nuestros corazones».
Mary es solo una de las cerca de 200.000 personas que pasaron este lunes por Windsor y más concretamente por «The Long Walk», el paseo de tres millas (unos cinco kilómetros) que cruza el cercano bosque y que fue construido por su antepasado el rey Carlos II en 1680.
Entre las praderas llenas de ciervos y los frondosos árboles, se extiende un camino que desemboca en el Castillo de Windsor, su residencia la mayor parte del año, y que este lunes estuvo conquistado por el pueblo.
«Es algo que nos toca desde muy cerca, es muy difícil ahora mismo imaginarnos Windsor sin ella, porque es una parte muy importante del pueblo. Te rompe el corazón pensar que no va a estar más», apuntó Michelle.
«Ha sido muy sobrecogedor y triste. Le queríamos dar las gracias por todo lo que ha hecho durante estos 70 años, por cómo ha mantenido su compromiso durante tanto tiempo. Todos deberíamos ser un poco como ella. Hay muchas cosas que podemos aprender de ella».
Tras el funeral en la Abadía de Westminster, el coche fúnebre de la reina se dirigió por carretera a Windsor, donde la gente esperaba desde hacía más de 24 horas. Los primeros valientes llegaron a las tres de la tarde del día anterior, según informó un miembro de la organización.
Estos tuvieron que sobrevivir sin poder acampar -no estaba permitido- y con la única ayuda de sillas plegables. «¿Tú has podido tocar una cama hoy?», preguntó un voluntario a este periodista. «Si es que sí, ya has tenido mucha más suerte que todos estos».
A eso hay que sumar el frío y la constante amenaza de lluvia en el oeste del país. «Si había algún día para sufrir, era hoy», añadió Michelle.
El funeral de Westminster fue retransmitido en las pantallas del bosque y arrancó murmullos cuando apareció el ex primer ministro Boris Johnson en pantalla, aplausos con el rey Carlos III y lágrimas y emoción cuando sonó el «Dios salve al rey».
POR ENCIMA DE LO PREVISTO
La cantidad de gente llegada de todas partes del mundo desbordó las previsiones en Windsor, cuyo antecedente más cercano fue la boda de Enrique y Meghan en 2018, cuando 150.000 personas asistieron a las celebraciones.
La policía desplegó su mayor operativo de siempre en el pueblo, ante la previsión de que las multitudes de la boda se superasen, y posicionó un férreo perímetro, con arcos de seguridad, chequeo de mochilas y perros en busca de explosivos.
Pese a la enorme concentración de gente, reinó la paz, el buen ambiente y la felicidad entre los adeptos a la reina. Juegos de cartas, lectura, alguna que otra siesta, comida y charlas amenas con los compañeros de parcela; así pasó el rato la gente en Windsor, a la espera de que apareciese el féretro por el fondo de «The Long Walk», cuya colina está coronada por la estatua de un caballo, una de las grandes pasiones de la monarca.
Cuando este por fin lo hizo, a eso de las 15:30 hora local (14.30 GMT), se difundió el silencio. Una voz pidió respeto y todo Windsor se silenció. Los teléfonos móviles se elevaron y grabaron cada paso de la escolta real y del féretro, el cual fue recibido con unos solemnes aplausos a su paso.
«El mundo es un lugar mejor gracias a ella», dijo Michelle. «Es un modelo a seguir sobre cómo comportarse, es la abuela de la nación», añadió.
Mary, presente en una de las primeras filas, evocó sus mejores memorias de la reina.
«Lo que más voy a recordar de ella es su sonrisa. Su sonrisa era muy contagiosa, cuando la veías en televisión era muy fácil que te hiciera reír. Ha habido un par de veces en mi vida que la he tenido muy cerca, como te tengo ahora a ti, y era como estar con un amigo. Es como si fuera amiga de todo el mundo. Te hace sentir como si fueras parte de su familia. Es un privilegio estar aquí».
La reina se perdió al fondo del «The Long Walk» y encaró los últimos metros de su último paseo. La última vez que su pueblo pudo decirle adiós. La última vez que la gente pudo despedirse de su «abuela». EFE
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